¿Qué es lo que hace que un libro sea realmente especial? ¿Qué es lo que convierte a un amasijo de letras y palabras en una auténtica revolución, en una guía que marcará nuestra vida y el camino de toda una sociedad? La literatura siempre ha sido una de las artes más queridas y populares, por haber expandido precisamente el conocimiento de una forma más cercana. Los cuadros y las esculturas servían para admirar la belleza, pero en los libros encontramos las claves para aprender a vivir, a discutir, a disfrutar, a sentir… Y la larga tradición de literatos que hoy son considerados clásicos lo demuestra, como figuras imposibles de obviar ante los ojos de cualquier sociedad. No hablamos solo de aquellos que surgieron cuando la literatura ya se convirtió en algo popular, tras la invención de la imprenta. También están los autores clásicos, los filósofos y pensadores que plantaron los cimientos de nuestro mundo.

Llegar al siglo XXI con intenciones de convertirnos en autores inolvidables puede parecer una auténtica utopía. ¿Acaso no está ya todo escrito? ¿Qué más se puede aportar a un arte donde la mayoría de clásicos llevan muertos más de un siglo? La respuesta es sencilla y fascinante: la propia visión personal de cada uno de los temas que llevan interesando a la Humanidad desde su nacimiento. Claro que muchos hablaron del terror a la adultez antes que Stephen King, pero en Carrie, el genio de Maine logró dar su propia visión del asunto de una manera que conectó con los lectores. El caso de King es paradigmático para demostrarnos que todavía existen autores capaces de crear libros inolvidables y superventas, en una era donde todo parece marketing. Estamos seguros de que al creador de It se le seguirá leyendo por los siglos de los siglos, mientras quede un alma sobre el planeta. Es ya todo un clásico norteamericano, como lo han sido en su momento Scott Fitzgerald o J.D. Salinger. Con la pequeña diferencia de que King está a punto de llegar al centenar de novelas escritas, y en el caso de Salinger solo necesitó publicar una para convertirse en lo que es.

Stephen King sigue siendo a día de hoy uno de los autores más destacados dentro del género del terror, aunque es cierto que también ha escrito novelas notables en otros géneros como la fantasía, la ciencia ficción en incluso la ficción romántica. Tal vez el haber sido un escritor tan comercial y haberse ceñido a ese tipo de géneros “menores” le ha impedido ganarse el afecto de los escritores más académicos. Siempre se pide el Nobel para Murakami, pero poca gente lo ha pedido para un escritor que lleva casi un centenar de lanzamientos y que sigue en plena forma, uno de los mejores contadores de historias que existen actualmente. King se ha convertido en el rey del terror, y su fama no parece decaer nunca, ya que continuamente es noticia por alguno de sus nuevos lanzamientos, o por las innumerables adaptaciones de sus relatos y novelas a la gran y a la pequeña pantalla.

El género de terror siempre ha sido uno de los favoritos del público, y sin embargo, suele estar denostado por la crítica. Es como si solo unos pocos elegidos, autores insignes y arquetípicos, pudieran convertirse en escritores reconocidos a nivel mundial tratando este género. No hay Nobel de Literatura para ellos. No hay apenas best-sellers de este género, más allá de los autores que ya se han convertido en clásicos, como Stepehn King. Y de hecho, al resto de escritores de género se les ve en muchas ocasiones como una copia barata del de Maine, o de otros grandes autores anteriores. Todo el mundo conoce a Murakami, Almaudena Grandes, Vargas Llosa o Margaret Atwood, incluso a George R.R. Martin, Brandon Sanderson y Patrick Rotfhfuss, porque la fantasía está de moda. Pero, ¿y el terror?

La literatura de este género siempre ha dado magníficos exponentes, sobre todo internacionales, que sin embargo, por más fama que cojan tras su fallecimiento, por más ejemplares que vendan, siempre son considerados como “de segunda fila” en su expresión literaria, algo tremendamente injusto. Hablamos no solo de King, Lovecraft o Poe, sino también de otros como Dan Kootz, Chuck Palahniuk o el propio Richard Matheson, capaz de vivir a caballo entre el horror cósmico de Lovecraft y el nuevo terror cotidiano de King. El escritor norteamericano ha sido un maestro para toda esa hornada de jóvenes valores que aparecieron a finales del siglo pasado, y hoy vamos a centrarnos en hablar de una de sus obras más populares, La Casa Infernal.