Los franceses pueden enorgullecerse de haber aportado al mundo insignes artistas en prácticamente todas las artes existentes, desde la arquitectura a la música, pasando por el cine o la literatura. Francia siempre ha sido vista en nuestra era moderna como un lugar inspirador, un sitio perfecto para que los artistas desarrollen su talento, y no es de extrañar que a principios del siglo XX fueran muchos los franceses pero también los extranjeros que coincidieron en la luminosa París, convergiendo su arte en tertulias, retiros y colaboraciones que sin lugar a duda dieron un soplo de aire fresco a la cultura de aquellas primeras décadas del siglo XX. Es precisamente el tiempo en el que Marcel Proust escribe y edita En Busca del Tiempo Perdido, seguramente su obra más popular y uno de los cúlmenes de la literatura francesa, gracias a un estilo propio, original y transversal, en una novela prácticamente autobiográfica donde Proust explora todos los temas importantes de la vida.

La obra magna del escritor francés no es precisamente un libro sencillo, ya que además es extremadamente largo cuando se lee en su modo completo, con los siete tomos que Proust publicó durante década y media, los últimos siendo ya póstumos. El estilo del escritor, con frases muy largas y un lenguaje culto y amanerado, hace que la obra no sea precisamente un caramelo para los lectores menos ávidos. Sin embargo, un siglo después, En Busca Del Tiempo Perdido sigue siendo esa piedra de toque esencial para los que quieren ir más allá de las típicas lecturas recomendadas, un reto para los lectores ávidos de emociones fuertes, que quieren conocer una obra que sin duda ha marcado a todas las generaciones que han llegado después, de manera directa o indirecta, incluso a otras artes como la música o el cine.

La tradición japonesa cuenta con historias antiquísimas que siguen siendo hoy en día fundamentales para entender la idiosincrasia de este país asiático, y de toda la cultura que ha venido produciendo en estos últimos siglos. Hoy día son muchos los occidentales que están fascinados por completo por esa forma tan única y especial que tienen los japoneses de contar las historias, con una variedad estilística brutal que va desde las películas ultraviolentas de Takeshi Milke a las preciosistas del Studio Ghibli, pasando por los mangas, las películas de animación, y todo lo que rodea a la industria musical japonesa. Japón es un país destacadísimo en la producción de cultura, y cada vez está ganando más terreno a los países occidentales en ese sentido. Pero siempre hay que conocer la auténtica raíz de una cultura para saber cómo ha evolucionado.

Y en el caso de Japón, esto lo encontramos en las historias folklóricas que ya se contaban hace siglos, de boca en boca, como tradiciones orales que, con suerte, a veces incluso han llegado hasta nuestros días. Es el caso del famoso cuento del cortador de bambú, también conocido como la historia de la Princesa Kaguya. El cuento tiene siglos de antigüedad pero sigue vigente hoy en día, considerado como uno de los más populares de todo Japón, razón por la cual se ha versionado en innumerables ocasiones. Con un tono alegórico, la historia nos habla de una princesa extraterrestre que es encontrada entre unas cañas de bambú por un anciano que trabaja con este material, y que decide cuidarla como a una hija, junto a su esposa. Si quieres conocer más sobre esta fantástica historia, sigue leyendo.

¿Puede una autora de hace dos siglos conectar con las chicas adolescentes y  jóvenes mucho mejor que algunas autoras actuales de nuestro tiempo? Desde luego que sí, y Jane Austen es el ejemplo claro de esto. Sus novelas se han convertido en clásicos ineludibles para leer durante esos años, los más complejos de la vida para muchos. Orgullo y Prejuicio, seguramente la más conocida de todas, es una de las obras cumbre de la literatura anglosajona, y lleva acompañando a esas mujeres jóvenes durante todo este tiempo, con una historia de amor, desengaños y giros inesperados que sin duda alguna atrapa desde la primera página.

El talento literario de Austen es innegable, y lo deja tremendamente claro en este clásico instantáneo, una de las primeras comedias románticas de la literatura. Los personajes de Darcy y Elizabeth son sin duda arquetipos que han servido para que muchísimos otros autores se acerquen al género ya con  una base y una predisposición, porque la relación entre ellos es absolutamente encantadora. Austen ya había publicado anteriormente Sentido y Sensibilidad, siempre de forma anónima, y fue el mismo editor quien sacó adelante este manuscrito, cuya primer borrador data de 1797, cuando la joven Austen apenas tenía 21 años y compartía habitación con su  hermana. Vamos a conocer un poco mejor todo lo que rodea a este clásico de la literatura.