en-busca-del-tiempo-perdido
Libros antiguos

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust

Sandra 28 abril, 2021

Los franceses pueden enorgullecerse de haber aportado al mundo insignes artistas en prácticamente todas las artes existentes, desde la arquitectura a la música, pasando por el cine o la literatura. Francia siempre ha sido vista en nuestra era moderna como un lugar inspirador, un sitio perfecto para que los artistas desarrollen su talento, y no es de extrañar que a principios del siglo XX fueran muchos los franceses pero también los extranjeros que coincidieron en la luminosa París, convergiendo su arte en tertulias, retiros y colaboraciones que sin lugar a duda dieron un soplo de aire fresco a la cultura de aquellas primeras décadas del siglo XX. Es precisamente el tiempo en el que Marcel Proust escribe y edita En Busca del Tiempo Perdido, seguramente su obra más popular y uno de los cúlmenes de la literatura francesa, gracias a un estilo propio, original y transversal, en una novela prácticamente autobiográfica donde Proust explora todos los temas importantes de la vida.

La obra magna del escritor francés no es precisamente un libro sencillo, ya que además es extremadamente largo cuando se lee en su modo completo, con los siete tomos que Proust publicó durante década y media, los últimos siendo ya póstumos. El estilo del escritor, con frases muy largas y un lenguaje culto y amanerado, hace que la obra no sea precisamente un caramelo para los lectores menos ávidos. Sin embargo, un siglo después, En Busca Del Tiempo Perdido sigue siendo esa piedra de toque esencial para los que quieren ir más allá de las típicas lecturas recomendadas, un reto para los lectores ávidos de emociones fuertes, que quieren conocer una obra que sin duda ha marcado a todas las generaciones que han llegado después, de manera directa o indirecta, incluso a otras artes como la música o el cine.

El autor de En busca del tiempo perdido

en-busca-del-tiempo-perdido-2

Marcel Proust nació en París el 10 de julio de 1871 dentro de una familia acomodada que le permitió vivir plácidamente durante sus cincuenta y un años. Proust solía frecuentar los salones de la burguesía y estaba en contacto con nobles, artistas y literatos de todo  tipo, lo que seguramente le llevaría a plantearse el convertirse él también en un artista, a través de la palabra. Se dedicaba a escribir gracias a no tener que trabajar por el dinero de su familia, pero lo cierto es que hasta 1913, fecha en la que se publica el primer tomo de En Busca del Tiempo Perdido (bajo su propio pago, por cierto) no logró editar absolutamente nada. Llevaría a cabo la escritura de las siete partes de aquella gran novela, y de hecho, moriría en 1922 dejando algunas todavía sin publicar. Su salud había sido delicada durante toda su vida, y sufría graves ataques de asma. Uno de ellos desembocó en una bronquitis mal curado que le provocó la muerte con apenas cincuenta y un años.

Contexto histórico

En Busca del Tiempo Perdido se ubica en los primeros años del siglo XX en Francia, pero en un contexto muy especial, el de la alta burguesía, la nobleza y el mundo de los artistas. Como apuntábamos arriba, Proust se valió de su propia experiencia para llevar a cabo su más insigne narración, llegando al punto de no darle nombre al narrador de la historia, un joven que cuenta en primera persona sus emociones, sus recuerdos y sus anhelos por convertirse en escritor mientras a la vez se deja seducir por el brillo, la elegancia y las bondades de la vida aristocrática de la Francia de principios de siglo. En aquel momento existía en el país galo un conjunto de familias que todavía podían vivir de las rentas y se dedicaban simplemente a las artes, a la contemplación de la vida y a viajar.

El ambiente elitista en el que Proust se crió le marcó en todos los sentidos, tanto en su aspiración por llegar a ser escritor, frustrada durante buena parte de su vida, como en su forma de entender los temas universales, desde el arte hasta el deseo, pasando por el amor y la relación que el ser humano tiene con el tiempo. Esos serían los temas principales de En Busca del Tiempo Perdido, una novela que escribiría en los últimos catorce años de su vida, y que recibiría negativas por parte de las editoriales en un primer momento, hasta que en 1913 apareciese la primera de las siete partes que la componen, Por el Camino de Swann. Lo interesante de tener una obra escrita durante tantos años es que se convierte en una especie de reflejo íntimo de la sociedad de la época, de los desastres ocurridos, como la guerra, pero también de la explosión del arte y la vanguardia.

De qué trata el libro

Hay obras en las que es muy sencillo responder a esta pregunta, ya que son comedias románticas, dramas sociales, o pertenecen a los géneros de terror, fantasía, ciencia ficción… En el caso de En Busca del Tiempo Perdido, seguramente la respuesta más válida es que la novela trata sobre todos los temas universales. Al ser un libro tan extenso, separado en siete partes originalmente, claro está, Proust pudo depositar en él todos sus temas recurrentes, todas sus obsesiones, las que él mismo se planteaba en su día a día. Una de las principales es el paso del tiempo, y cómo afecta al ser humano, a su memoria, a sus relaciones, a la forma en la que recuerda su propia vida…

El narrador, un alter ego del propio Proust, es un joven hipersensible que lleva una vida cómoda en París, rodeado de artistas y gente de la alta burguesía. Aspira a ser escritor, pero parece más pendiente de las fiestas y los lugares de veraneo de moda en el país que de sentarse a juntar palabras. A lo largo de toda la obra, el narrador nos muestra, con un estilo muy particular, sus miedos, sus frustraciones, sus anhelos y su forma de entender la vida, con largas disertaciones o con encuentros casuales con personajes de toda índole. También hay historias independientes, algo menos sesudas, que suelen utilizarse como introducción a esta magna obra, y son estudiadas en los institutos franceses para iniciar a los jóvenes.

Una obra que ha sobrevivido al paso del tiempo

La primera parte de En Busca del Tiempo Perdido fue editada con el dinero del propio Proust en 1913, y su relativo éxito le permitió seguir sacando las siguientes partes. Al morir, todavía habían de publicarse varios tomos, pero su familia  y sus editores se encargaron de concluir esta magna obra que desde aquel momento se ha convertido en toda una referencia dentro de la literatura universal. Es cierto que no es un libro para todo el mundo, pero es indudable que Proust llevó a cabo un esfuerzo titánico por “reinventar” la escritura, y aportó grandes novedades en su forma de escribir, de analizar la realidad a través de ese narrador propio tan particular, casi comparable al de la obra Ulises de James Joyce. Hoy, un siglo después de su publicación, En Busca del Tiempo Perdido sigue siendo una de las obras cumbres de la literatura francesa.